El Origen del Açaí: La Leyenda de Iaça

Palmera de açai sobre cielo morado

En el noreste de Brasil, hay una preciosa leyenda que nos explica el origen del açaí, y el por qué de su nombre, que según la tradición local, quiere decir “la fruta que llora”.

Cuenta la leyenda que, muchos siglos atrás, en la desembocadura del río Amazonas (donde hoy está la ciudad de Belém en el noreste de Brasil), vivía una tribu bajo el gobierno del jefe Itaki. Tras un periodo de abundancia y crecimiento, la tribu se enfrentaba a la hambruna, por haber crecido más rápido que su capacidad de conseguir alimento. Cuanto más sufría la tribu, más luchaba Itaki para encontrar una solución de cómo alimentar a su gente.

Se formó un consenso entre los ancianos de la aldea.

A partir de este momento, no deberían nacer más niños en la tribu hasta que se decidiera lo contrario. Además de eso, todos los niños nacidos a partir de entonces serían sacrificados por el bien de la tribu.

Muchas lunas pasaron sin la concepción de un niño nativo. Sin embargo, un nacimiento estaba destinado a suceder. Pasado un tiempo, Iaçá, la propia hija del jefe, dio a luz a una hermosa niña.

El jefe, Itaki, un hombre de palabra, no dudó en mantener su decreto.

Al darse cuenta de que le matarían a su hija, Iaçá imploró a su padre que le perdonara la vida a la niña, argumentando que encontraría otra solución. No obstante, el jefe mantuvo su palabra y la niña fue sacrificada.

Iaçá, abrumada por el dolor, se encerró en sus aposentos y, de rodillas, suplicó a los dioses que le mostraran a su padre que tales atrocidades no eran la solución adecuada para las dificultades de la tribu. Por horas rogó que ninguna otra madre tuviera que sufrir así. Lloró hasta dormirse y en la madrugada se despertó con el llanto de un bebe. Abrió la puerta y para su sorpresa vio a su hija sonriendo al pie de una elegante palmera. Al principio, no entendía lo que estaba sucediendo, pero luego empezó a correr lanzándose en dirección a su niña. Cuando extendió sus manos para abrazarla, ella desapareció y en su lugar se encontró envolviendo sus brazos alrededor del árbol. En su dolor, Iaçá lloró y lloró hasta que perdió las ganas de vivir.

Al día siguiente, su cuerpo fue encontrado, todavía abrazando el árbol.

Estaba muerta, pero su rostro sonriente irradiaba satisfacción y sus grandes ojos oscuros estaban fijos en la copa de la palmera. Itaki observó que la palmera tenía un racimo de bayas de color púrpura oscuro, como los ojos de Iaça. Ordenó que las bayas se recogieran de inmediato para ser inspeccionadas. Se extrajo un jugo de color púrpura oscuro tan nutritivo que sería capaz de alimentar toda la tribu por muchas generaciones por venir. Con ello, la tribu pudo determinar el fin de la prohibición de dar a luz, asegurando el futuro de su pueblo.

Iaçá les había salvado, y por eso Itaki bautizó el fruto de Açai, el nombre de su hija al revés y que significa “fruta que llora”.

A través de las generaciones siguientes, esta baya morada y oscura ha sido el sustento a los nativos de esta región. Hoy en día, aunque mucha gente ignore el origen del açaí, casi todos los habitantes de Belém lo comen cada día, como jugo, con pescado, como vino o el propio fruto, gracias a las lágrimas de Iaçá.

La próxima vez que lo tomes, acuérdate del origen del açai y su historia y de que, cómo este fruto ha nutrido toda una tribu, él hará lo mismo por ti.

Por ello, damos gracias a la tierra, y gracias a Iaça. ❤️

 

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